Lenin Tamayo lleva el Q-Pop al mundo de la mano del sello de BTS
- Maricielo Aguilar
- 13 jun
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Por Maricielo Aguilar
13 de junio

Confieso que cuando escuché por primera vez a Lenin Tamayo cantando en quechua sobre una base pop coreana, me detuve. No solo porque me sorprendió esa combinación aparentemente imposible, sino porque sentí que algo dentro de mí y de todos nosotros estaba siendo reivindicado. La música fusión, tantas veces vista como un recurso “experimental”, por fin está ocupando el lugar que merece: el de una nueva forma de expresión global que no niega su origen, sino que lo potencia.
Personalmente, siempre he creído en el poder de la música para construir puentes. He visto cómo un ritmo afroperuano puede convivir con beats electrónicos, o cómo un charango puede sonar sobre una base de trap y generar algo completamente nuevo. Y es en esa mezcla donde encuentro belleza. No se trata de diluir culturas, sino de darles nuevas herramientas para contar sus historias.
Lo que ha logrado Tamayo no es menor. No solo firmó con una de las disqueras más influyentes del planeta, HYBE, la misma que lanzó a BTS, sino que lo hizo sin dejar de cantar en quechua, sin renunciar a sus raíces andinas. ¿Se imaginan el impacto de eso? Un idioma originario que muchos aún consideran "poco comercial" ahora tiene la posibilidad de sonar en estadios coreanos, en playlists globales, en los oídos de jóvenes que quizás nunca escucharon hablar del Perú más allá del ceviche o Machu Picchu.
Para mí, esto es una victoria cultural. Una que demuestra que lo nuestro no necesita disfrazarse para ser universal. La música fusión tiene esa capacidad única de honrar el pasado mientras abre caminos hacia el futuro. En ella coexisten las generaciones, los territorios, las memorias y los sueños. Es la prueba viva de que las tradiciones no están destinadas a morir, sino a mutar y sobrevivir a través del arte.
No temo que mezclar lo andino con lo moderno "desnaturalice" nuestra cultura. Lo que realmente me preocupa es que sigamos encerrando lo nuestro en un museo. La cultura se vive, se transforma, se canta. Y el Q-Pop, esa nueva voz mestiza que emerge desde los Andes, es quizás uno de los gritos más poderosos de este tiempo.
Hoy más que nunca, defiendo la fusión musical. Porque en ella veo libertad, creatividad, identidad y futuro. Y porque si el mundo está dispuesto a escuchar lo que tenemos que decir, no debemos susurrar: debemos cantar con todo el corazón.
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